Las Bodas de Isabel de Segura

Desde 1997 se celebra en Teruel la que ya es una de sus fiestas más importantes: ‘Las Bodas de Isabel de Segura’. La creciente repercusión que ha ido cobrando año tras año y la masiva implicación de los vecinos de la ciudad, le valió el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico de Aragón en 2007.

Este año, en el decimocuarto aniversario de la fiesta, miles de turolenses vuelven a recrear la leyenda del 17 al 20 de febrero. Durante cuatro días la ciudad retrocede en el tiempo y nos sumerge en el ambiente medieval que tendría en el siglo XIII gracias a la entrega de los turolenses y a los numerosos actos que se celebran en las calles (mercado medieval, torneos, espectáculos de animación, cuentacuentos, danza, música, teatro), y en especial a la representación de la historia de los Amantes de Teruel, en la que participa la ciudad al completo.

En 1555, durante unas obras en la iglesia de San Pedro, aparecieron los cadáveres momificados de una mujer y un hombre jóvenes. Junto a los cuerpos había un documento que explicaba que se trataba de los restos de Isabel de Segura y Diego de Marcilla, muertos por amor tres siglos antes. Nació aquí una leyenda que ha permanecido viva a lo largo de los siglos convirtiéndose en símbolo de la ciudad de Teruel.

Sabemos que a principios del siglo XIII, dos jóvenes, hijos de familias nobles de la villa, pasaron de jugar juntos a enamorarse sin remedio. Supieron pronto que era un amor imposible porque Diego, a pesar de pertenecer a una familia de linaje, no disponía de la fortuna suficiente para desposar a Isabel, hija de uno de los comerciantes más ricos de Teruel. Diego decidió marchar a tierras de conquista para ganar fortuna y un nombre. Ella prometió aguardarle durante cinco años, pero avatares del destino quisieron que Diego regresara a los cinco años y un día, encontrándose la villa entera celebrando los esponsales de su amada. Creyó enloquecer, pero logró llegar hasta Isabel para rogarle un beso que ella, que acababa de jurar fidelidad a don Pedro de Azagra, le negó. En aquel instante Diego cayó desplomado, muerto de amor. Dicen las crónicas que a los funerales acudió Teruel entero y que no cabía un alma en San Pedro. Antes de comenzar los oficios, una mujer con el rostro cubierto se acercó al catafalco, abrazó con ternura al difunto, le besó largamente y a continuación murió en sus brazos. Los amantes fueron enterrados juntos y aún hoy pueden visitarse sus restos, que actualmente descansan en un magnífico mausoleo, obra de Juan de Ávalos, ubicado desde 2005 en un edificio anexo a la iglesia de San Pedro.

El conjunto mudéjar de Teruel fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986 y su casco histórico conserva el trazado medieval original. Un escenario único para enmarcar esta fiesta ideada por Raquel Esteban, gerente de la Fundación Bodas de Isabel, entidad organizadora. Tras licenciarse en danza en Valencia esta profesora de música volvió a su Teruel natal donde diseñaría los trajes para la primera edición. No en vano es especialista en costumbres y trajes medievales. Hoy son 15.000 las personas que colaboran en esta magnífica ambientación.

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