Monasterio de San Salvador de Leire

Ubicado al pie de la sierrade Leire, a 50 kilómetros de Pamplona y a 16 kilómetros de Sangüesa, el monasterio de Leire esconde magníficos tesoros como la cripta del siglo XI, la bóveda gótica o la «Porta Speciosa», un perfecto pórtico románico del siglo XII.

Morada de monjes benedictinos y mirador sobre el embalse de Yesa, nos aguarda este cenobio medieval, en el que todavía hoy se escuchan cantos gregorianos.

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Una atmósfera de paz y serenidad que invita al reposo del espíritu, a la reflexión y a la paz interior; una arquitectura austera, que cristaliza en los muros una parte importante de la historia, la cultura, el arte y el pensamiento; una sorprendente naturaleza que invita al paseo y a la meditación; sobrecogedores cantos gregorianos; y la conversación con los monjes benedictinos son algunos de los atractivos que permanecerán en su memoria tras visitar el monasterio de San Salvador de Leyre.

Uno de los conjuntos monumentales más atractivos y entrañables de la Comunidad Foral, tumba de reyes navarros y escenario, cada año en verano, de la entrega del premio Príncipe de Viana en un acto presidido por el príncipe Felipe de Borbón.

El bello entorno natural que acompaña al monasterio de Leire explica que a lo largo de su historia haya sido refugio de reyes y obispos, icono de Navarra y escenario de celebraciones oficiales. Buscando la vecindad de la montaña, el monasterio se construyó en la falda de la sierra del mismo nombre, en un lugar apartado, mirador abierto hacia picos cercanos y lejanas cadenas montañosas, naturaleza embellecida por el agua de tonos verdes y azules del cercano embalse de Yesa.

Sus orígenes se remontan a la baja Edad Media, pero fue incendiado por los musulmanes en el siglo X y el rey Sancho García encargó su reconstrucción en 1020. Sus sólidos muros son testigos de mil y una historias como la de dos hermanas cristianas que fueron decapitadas por no abrazar el credo musulmán, y cuyos restos se guardan en una arqueta de marfil que se exhibe en el Museo de Navarra. O la leyenda de San Virila, el abad que quedó extasiado durante 300 años al oír cantar un pajarillo cerca del monasterio, lugar del que mana la fuente de San Virila.

Leyre no consiguió escapar a la Desamortización de Mendizábal y estuvo deshabitado entre 1836 y 1954, cuando se establecieron los monjes benedictinos de Santo Domingo de Silos, con quienes podrá conversar en su visita al monasterio.

El recorrido le descubrirá una sobrecogedora cripta del siglo XI, la parte más antigua de todo lo conservado. El angosto recinto, en el que se acumulan masas de piedra, con fustes de escasa altura y robustos capiteles consigue estremecer y es una clara muestra de la sobriedad propia del románico más arcaico.

Su austeridad contrasta con la decoración de las portadas de la iglesia abacial, especialmente con la de la puerta Speciosa, otro de los grandes tesoros del cenobio. Data del siglo XII y está adornada con elementos de la Ruta Jacobea. Busque el demonio atrapando una desventurada alma o al ángel que anuncia el juicio final y comprobará que es una auténtica biblia en piedra.

Otros elementos de gran interés son la portada sur del siglo XII, la portada de la iglesia abacial (XI), el paso subterráneo de la cripta y la capilla del Santísimo (1501-1536), que contiene un retablo y esculturas de Juan de Berroeta (XVII).

En el interior de la iglesia, iniciada en estilo románico, contemple la gran nave central (XI) y alce la vista para descubrir la bóveda gótica, una de las ojivas más bellas existentes en Navarra. Tras una reja de estilo gótico tardío está el panteón de los primeros Reyes de Navarra y junto a él se venera el «Cristo de Leyre», una enorme talla del siglo XVI.

En Leire, la alabanza y diálogo con Dios se traducen en canto gregoriano. Aproveche la ocasión y escuche a los monjes en el oficio de laúdes, a las 7,30 horas (domingos y festivos a las 8:00 h.), misa conventual, a las 9:00 h. (domingos y festivos a las 12:00 h.), vísperas, a las 19:00 h. y en las completas, a las 21:00 h.

Si quiere disfrutar con tranquilidad del lugar, aneja al edificio existe una hospedería de 33 habitaciones. Además, el monasterio cuenta en su interior con 10 habitaciones individuales. Este alojamiento está reservado a varones y las comidas se realizan con los monjes en el refectorio.

Quizás haya oído hablar del licor de Leire, un digestivo de sabor dulce realizado con 35 plantas que los monjes recogen en los alrededores de la abadía. Es un original recuerdo que puede adquirir en la tienda del monasterio junto a CDs de gregoriano, almendras garrapiñadas, trufas, queso, paté y miel.

Tras abandonar el recinto, puede descubrir la naturaleza de los alrededores realizando dos paseos que parten desde el cenobio. El primero, de 250 metros, conduce hasta la Fuente de las Vírgenes, donde hay un merendero. El segundo dura 30 minutos y conduce a la Fuente de San Virila. Los más montañeros pueden subir a la cima del monte Escalar (1.302 m.) desde donde se obtiene una hermosa panorámica sobre el embalse de Yesa y los Pirineos.

Y, para los amantes del parapente, es punto de partida obligado la cima del Arangoiti. También puede visitar, en las cercanías, el castillo de Javier y Sangüesa.

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